Las mentiras populares de la región de Aysén no tienen que ver con el problema de la verdad. Aunque el límite entre lo creíble y lo fabuloso está presente, lo importante es la dimensión lúdica, llamar la atención y hacer reír al oyente.

La Sra. Herminda Levín de Puerto Río Tranquilo cuenta que cada vez que Juan Segundo Ramírez, un mítico difunto mentiroso del lago General Carrera, terminaba una de sus increíbles historias, sentenciaba: «Compañerito, usted no me va a creer. Puede creer que es mentira. ¡Pero es la pura verdad!». Tras de ello, venían las carcajadas…

Las mentiras populares de la región de Aysén no tienen que ver con el problema de la verdad. Aunque el límite entre lo creíble y lo fabuloso está presente, lo importante es la dimensión lúdica, llamar la atención y hacer reír al oyente.

La Sra. Herminda Levín de Puerto Río Tranquilo cuenta que cada vez que Juan Segundo Ramírez, un mítico difunto mentiroso del lago General Carrera, terminaba una de sus increíbles historias, sentenciaba: «Compañerito, usted no me va a creer. Puede creer que es mentira. ¡Pero es la pura verdad!». Tras de ello, venían las carcajadas…

La tradición de contar mentiras

Las mentiras populares de la región de Aysén son el producto de su particular geografía y aislamiento extremo, los cuales activan la creatividad de sus habitantes. Como apunta Danka Ivanoff, en su libro “Cinchando Pa’ no Aflojar”: “Antiguamente en Aysén, cuando la soledad era absoluta, los temas de conversación se agotaban al poco de andar y así el hombre de campo comenzó a contar mentiras. Estas mentiras se diferencian de lo que la literatura llama «contadas», pues al analizar las primeras uno descubre que lo que narran es imposible…”

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…Estas historias imposibles se cuentan en toda la región, aunque mayoritariamente en las zonas centro y sur, históricamente las más aisladas. A mediados del siglo pasado su práctica estaba estrechamente ligada al compartir en torno al fogón. Actualmente, las mentiras populares buscan animar los eventos comunitarios, como por ejemplo las celebraciones de la vida del campo y las fiestas costumbristas, pero también pasar las largas horas de espera en los velatorios o llamar la atención de los turistas.

La comunidad regional se siente identificada con las mentiras, ya que éstas dan cuenta de su paisaje y habitar, únicos en Chile y, probablemente, en el mundo.

La tradición de contar mentiras

Las mentiras populares de la región de Aysén son el producto de su particular geografía y aislamiento extremo, los cuales activan la creatividad de sus habitantes. Como apunta Danka Ivanoff, en su libro “Cinchando Pa’ no Aflojar”: “Antiguamente en Aysén, cuando la soledad era absoluta, los temas de conversación se agotaban al poco de andar y así el hombre de campo comenzó a contar mentiras. Estas mentiras se diferencian de lo que la literatura llama «contadas», pues al analizar las primeras uno descubre que lo que narran es imposible…”

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…Estas historias imposibles se cuentan en toda la región, aunque mayoritariamente en las zonas centro y sur, históricamente las más aisladas. A mediados del siglo pasado su práctica estaba estrechamente ligada al compartir en torno al fogón. Actualmente, las mentiras populares buscan animar los eventos comunitarios, como por ejemplo las celebraciones de la vida del campo y las fiestas costumbristas, pero también pasar las largas horas de espera en los velatorios o llamar la atención de los turistas.

La comunidad regional se siente identificada con las mentiras, ya que éstas dan cuenta de su paisaje y habitar, únicos en Chile y, probablemente, en el mundo.

Relación entre la comunidad y las mentiras

Las mentiras son una práctica colectiva, ya que para transmitirlas es necesario un narrador, y uno o varios oyentes.

No es fácil reconocer a sus cultores, ya que las mentiras populares de la región de Aysén operan sobre una paradoja: su existencia implica una invisibilidad de su condición de tradición cultural, pues para que una mentira sea efectiva, se debe camuflar en la veracidad del relato experiencial. Esta cualidad, que constituye gran parte de su atractivo, es también una problemática para su salvaguarda: todo mentiroso trata de hacer creer que su narración es verídica y, por tanto, niega su calidad de cultor…

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…No obstante lo anterior, trabajos de recopilación de las tradiciones orales de la región de Aysén muestran que la mayoría de los actuales mentirosos son personas de la tercera edad, tanto hombres como mujeres, en particular de las comunidades de la cuenca del lago General Carrera, que en un pasado cercano, ya sea porque trabajaron en la ganadería o en la pequeña minería, viajaban por los diferentes pueblos de la región.

Las mentiras populares siguen presentes en la memoria y el imaginario de esto antiguos cultores, pero ellos también están conscientes que, en varios sentidos, estas pertenecen más al pasado que al futuro. ¿Las nuevas generaciones querrán mantener la práctica de contar mentiras de sus abuelos y abuelas?, ¿es posible mantener esta tradición, con los cambios culturas producidos por el aumento del turismo y la conectividad?

Relación entre la comunidad y las mentiras

Las mentiras son una práctica colectiva, ya que para transmitirlas es necesario un narrador, y uno o varios oyentes.

No es fácil reconocer a sus cultores, ya que las mentiras populares de la región de Aysén operan sobre una paradoja: su existencia implica una invisibilidad de su condición de tradición cultural, pues para que una mentira sea efectiva, se debe camuflar en la veracidad del relato experiencial. Esta cualidad, que constituye gran parte de su atractivo, es también una problemática para su salvaguarda: todo mentiroso trata de hacer creer que su narración es verídica y, por tanto, niega su calidad de cultor…

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…No obstante lo anterior, trabajos de recopilación de las tradiciones orales de la región de Aysén muestran que la mayoría de los actuales mentirosos son personas de la tercera edad, tanto hombres como mujeres, en particular de las comunidades de la cuenca del lago General Carrera, que en un pasado cercano, ya sea porque trabajaron en la ganadería o en la pequeña minería, viajaban por los diferentes pueblos de la región.

Las mentiras populares siguen presentes en la memoria y el imaginario de esto antiguos cultores, pero ellos también están conscientes que, en varios sentidos, estas pertenecen más al pasado que al futuro. ¿Las nuevas generaciones querrán mantener la práctica de contar mentiras de sus abuelos y abuelas?, ¿es posible mantener esta tradición, con los cambios culturas producidos por el aumento del turismo y la conectividad?

Formas de transmisión

Antaño, cuando aún no llegaba la electricidad a la región de Aysén, tampoco había caminos pavimentados y los viajes a la ciudad para comprar víveres o vender animales duraban muchos días. Así, era usual que un viajero pidiera posada en la casa de un desconocido y se arrimara a su fogón. De este modo, las mentiras iban de una localidad a otra, se intercambiaban y urdían una red de significados que, con el pasar de los años, se hizo transversal a todos los poblados y comunidades.

Esta red de significados opera como un espejo, como un mapa donde rastrear y aprender cómo era el habitar de los antiguos pobladores de la región. En este sentido, las mentiras no introducen artefactos ajenos al entorno local, por el contrario, hablan de elementos del cotidiano que adquieren características sobrenaturales en la narración -los salmones son tan grandes que pueden ser cinchados para cruzar el río- y de actos humanos de parientes o vecinos que toman dimensiones sorprendentes – Pedro Abazúa se mete dentro del estómago de una vaca y vuela desde Osorno hasta la Patagonia, afirmado de las tripas que sujetan unos cóndores-…

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…A diferencia del cuento tradicional, el cual se transmite principalmente de padre a hijo, las mentiras populares de la región de Aysén poseen un eje de transmisión horizontal: antiguamente los viajeros reunidos en torno al fogón; actualmente los vecinos y comunidades locales reunidos para celebrar una actividad ligada a la ganadería o festividad costumbrista; no existen distinciones de género e, incluso, trabajos recientes sobre las mentiras muestran que muchos de sus cultores más activos son mujeres.

Las mentiras se cuentan a todos aquellos que quieran oírlas, pero hay una predilección por los incautos “nortinos”, quienes quedan maravillados con los hechos fantásticos que suceden en la región de Aysén, y no siempre logran comprender las risas cómplices de los demás oyentes.

Formas de transmisión

Antaño, cuando aún no llegaba la electricidad a la región de Aysén, tampoco había caminos pavimentados y los viajes a la ciudad para comprar víveres o vender animales duraban muchos días. Así, era usual que un viajero pidiera posada en la casa de un desconocido y se arrimara a su fogón. De este modo, las mentiras iban de una localidad a otra, se intercambiaban y urdían una red de significados que, con el pasar de los años, se hizo transversal a todos los poblados y comunidades.

Esta red de significados opera como un espejo, como un mapa donde rastrear y aprender cómo era el habitar de los antiguos pobladores de la región. En este sentido, las mentiras no introducen artefactos ajenos al entorno local, por el contrario, hablan de elementos del cotidiano que adquieren características sobrenaturales en la narración -los salmones son tan grandes que pueden ser cinchados para cruzar el río- y de actos humanos de parientes o vecinos que toman dimensiones sorprendentes – Pedro Abazúa se mete dentro del estómago de una vaca y vuela desde Osorno hasta la Patagonia, afirmado de las tripas que sujetan unos cóndores-…

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…A diferencia del cuento tradicional, el cual se transmite principalmente de padre a hijo, las mentiras populares de la región de Aysén poseen un eje de transmisión horizontal: antiguamente los viajeros reunidos en torno al fogón; actualmente los vecinos y comunidades locales reunidos para celebrar una actividad ligada a la ganadería o festividad costumbrista; no existen distinciones de género e, incluso, trabajos recientes sobre las mentiras muestran que muchos de sus cultores más activos son mujeres.

Las mentiras se cuentan a todos aquellos que quieran oírlas, pero hay una predilección por los incautos “nortinos”, quienes quedan maravillados con los hechos fantásticos que suceden en la región de Aysén, y no siempre logran comprender las risas cómplices de los demás oyentes.